16 de octubre de 2008

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Como una foto de un antepasado que te mira colgado desde la pared, el destino se retuerce con cada carcajada, y ya no solo te da rabia, si no que te perturba más allá de lo imaginable, piensas que cada decisión que tomes puede afectar el resultado de lo que tienes estipulado como final feliz. Y que es lo que se consigue finalmente con toda esa presión?, nada, nada porque no quieres equivocarte así que te quedas inmóvil creyendo que si pasas desapercibido no habrá quien te juzgue. Nada, y te fundes la cabeza en la almohada suplicándole que te lleve por un sueño pronto y te aleje de aquello que no te deja dormir. (...)